Un astronauta de la ISS comparte una sorprendente imagen de un sprite generado por una tormenta.
"¡Guau!", exclamó la astronauta de la NASA Nichole Ayers al avistar un fenómeno conocido como sprite desde la Estación Espacial Internacional (EEI), a 400 kilómetros de la Tierra.
Ayers compartió una imagen en su cuenta X que muestra el fenómeno fugaz. Se puede ver el sprite —esencialmente una descarga eléctrica a gran escala— en el centro de la imagen como un destello blanco azulado sobre las nubes, con una fina ráfaga de luz roja, similar a un árbol, que se eleva hacia el cielo oscuro.
“Cuando sobrevolamos México y Estados Unidos esta mañana, capté este sprite”, escribió el astronauta estadounidense, que llegó a la órbita en marzo, en una publicación en X.
Según explica, los sprites son conocidos como Eventos Luminosos Transitorios (TLE, por sus siglas en inglés) que ocurren por encima de las nubes y son provocados por una intensa actividad eléctrica en las tormentas eléctricas que hay debajo.
Visto desde la ISS, el sprite probablemente duró menos de una décima de segundo, lo que sugiere que la imagen de Ayers es un fotograma tomado de un video que estaba monitoreando los cielos de la Tierra.
“Tenemos una excelente vista sobre las nubes, por lo que los científicos pueden usar este tipo de imágenes para comprender mejor la formación, las características y la relación de las TLE con las tormentas eléctricas”, escribió Ayers en su publicación.
A diferencia de las auroras, que se observan fácilmente desde la tierra y el espacio, es mucho más difícil observar un sprite desde tierra firme, ya que requiere condiciones especiales, como cielos oscuros y despejados, grandes tormentas eléctricas distantes y una contaminación lumínica mínima.
Los primeros informes visuales de sprites se registraron en 1886, pero no fue hasta el 4 de julio de 1989, hace exactamente 36 años, que se tomaron las primeras imágenes por científicos de la Universidad de Minnesota.
Para quienes se pregunten sobre su efecto en las aeronaves, los sprites se producen a altitudes muy superiores a las de los vuelos comerciales y, por lo tanto, no representan un peligro directo para las aeronaves. Si bien sus pulsos electromagnéticos podrían, en teoría, afectar la electrónica de una aeronave, no se han reportado incidentes.
